Orquesta de Cámara de Chile
Conciertos Semana Santa 2023

Director: Emmanuel Siffert

Coro Magníficat, dirigido por Marcela Canales

Solistas:
Pilar Aguilera (soprano)
Nora Cortés (contralto)
Felipe Arias (tenor)
Leonardo Aguilar (bajo)

 

Programa

Ludwig van Beethoven (1770 — 1827)

Música para un ballet de caballeros (WoO 1)

  1. Marcha
  2. Canción alemana. Allegro moderato
  3. Canto del cazador. Allegretto
  4. Romance. Andantino
  5. Canción de guerra. Allegro assai con brio
  6. Canción para brindar. Allegro con brio – Trio
  7. Baile alemán. Valse
  8. Coda. Allegro vivace

Esta es la primera partitura de Beethoven para una puesta en escena, escrita en Bonn para el baile de máscaras del Carnaval de 1791, organizado por el conde Ferdinand Ernst von Waldstein, a quien se le atribuía la autoría. Sin embargo, en 1888 fue incluida en el catálogo de obras del músico alemán.

La composición poco conocida, es un compendio de formas de música marcial. Comienza con una marcha solemne que introduce en el mundo de la Caballería; le sigue una alegre Duetscher Gedsang que constituye el leitmotiv de toda la obra. Más adelante, una fanfarria de cornos evoca la profunda relación entre la cacería y la guerra. Danzas de melodías simples, un canto guerrero que recuerda a Händel, un vals y otra fanfarria de trompetas y percusión completan este prodigioso ballet.

 

 

Aloÿs Fornerod (1890 — 1965)

Diosa de ojos azules (estreno en Chile)

La expresión “diosa de ojos azules” es empleada para referirse a la deidad romana Minerva (o Atenea, según la mitología helénica), a quien el poeta de origen griego Jean Moréas, escribió un poema en su honor. El texto inspiró al compositor suizo Aloÿs Fornerod, la creación de este himno, para coro de voces femeninas y orquesta de cámara. Es una obra hermosa, muy breve, cercana al Impresionismo francés, que es interpretada por primera vez en el país.

Déesse aux yeux d’azur (Jean Moréas)

Déesse aux yeux d’azur, Minerve glorieuse,

Tritogéni’, Pallas, pudique, ingénieuse,

protectrice Athéné qui maintenant habites

où ma Seine, en flottant, sa course précipite,

fais que l’intègre voix qui de ma lyre sonne,

ayant vaincu le temps, d’âges en âges donne

aux femmes la douceur, aux hommes un cœur pur.

Ainsi je te salue, ô vierge aux yeux d’azur.

 

 

Ludwig van Beethoven (1770 — 1827)

Misa en Do mayor, Op.86

  1. Kyrie
  2. Gloria
  3. Credo
  4. Sanctus
  5. Benedictus
  6. Agnus Dei

 

Esta Misa de Beethoven fue compuesta por encargo del príncipe Nikolaus Esterházy II en 1807, continuando con una tradición establecida por Joseph Haydn, quien después de regresar de Inglaterra en 1795 compuso una misa por año para la familia Esterházy, para celebrar el onomástico de la esposa del príncipe. Haydn terminó esta tradición con el deterioro de su salud en 1802.

El príncipe no apreció la misa, lo que causó que Beethoven abandonara la corte, en un arranque de furia. Los expertos consideran al episodio como «el error público más humillante» que sufrió el músico alemán.

Al momento de su composición, nacía la tendencia de presentar las Misas como un ciclo sinfónico, y Beethoven actualiza su mirada situando el texto más como un libreto que como una rúbrica. Comenzar el Kyrie con voces de bajo sin acompañamiento ya es una desviación de lo convencional, al igual que terminar el Agnus Dei con una reminiscencia de la frase inicial del Kyrie. El cuarteto solista canta el Qui tollis en el estilo operístico del bel canto, y el coro interpreta unam sanctam catholicam ecclesiam prácticamente a canto lleno. El Sanctus, tradicionalmente una oportunidad para el poder y la gloria musical, lo construye silencioso y tranquilo. Incluso hay momentos, como Qui locutus est, que nos recuerdan que la Misa fue escrita mientras Beethoven componía otra obra en Do: su Quinta Sinfonía. Finalmente, adhiriéndose a la tradición de terminar el Gloria y el Credo con fugas, entrega una robusta proporción de éstas, casi compensando por el recorrido sinuoso en torno a la tradición. El propio Beethoven se refirió al ángulo que adoptó hacia esta composición: “No me gusta hablar de mi Misa, pero creo que he tratado el texto como pocas veces se ha tratado antes”.

La obra es apreciada por críticos, pero es probablemente una de las piezas menos interpretadas del compositor, opacada por la inmensa Missa Solemnis, compuesta quince años después. Es una pieza bien ensamblada y equilibrada, pero menor; una composición diáfana de modesta arquitectura y algo fría escrita por un hombre ajeno al mundo eclesiástico y a la liturgia. Se nos ofrece hoy como un excelente ejercicio sobre modelos clásicos anteriores. La partitura fue publicada en 1812.

 

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