Tras la exitosa gira por la Región de Arica y Parinacota, y varias presentaciones en la Región Metropolitana, el Ballet Folklórico Nacional, elenco estable del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, comienza su segundo semestre del 2022 con presentaciones en otras dos regiones del territorio nacional: Valparaíso y O’Higgins.

Estas se llevarán a cabo en Concón (9 de agosto), Graneros (26 de agosto), Quinta de Tilcoco (30 de agosto), Machalí (7 de septiembre), Valparaíso (10 de septiembre), El Tabo (15 de septiembre), Peumo (23 de septiembre) y Chépica (27 de septiembre).

“Hemos preparado un nuevo repertorio para este segundo semestre, aunque se mantienen dos cuadros de los presentados este año —“Huasos” y “Chiloé”— por ser lo más reconocidos por el público”, explica Jaime Hernández, director artístico del elenco.

El repertorio incluye la obra tradicional “Huasos” (1994), que ha sufrido modificaciones y ha ido cambiando con el tiempo: la última versión coreográfica pertenece Carlos Reyes Zárate y René Cerda; los arreglos son de Jaime Hernández y algunas de las composiciones pertenecen a José Luis Hernández. Se trata de una suite de danzas y músicas del centro-sur del país, que contempla: esquinazo, gato, jota, sombrerito, sajuriana, tonada, destrezas y cueca.

Por otro lado, con coreografía de Víctor Silva y arreglos musicales de Jaime Hernández y composiciones de Germán Concha, “Chiloé” (1998) es una obra que pone en escena tradiciones antiguas del archipiélago sureño, una de las zonas culturales más interesantes del país, que reúne viejos resabios prehispánicos junto a tradiciones llegadas del viejo mundo, los que permiten la ejecución de danzas como seguidilla, nave, cielito y cueca, que hoy solo permanecen en el recuerdo de los isleños antiguos.

La presentación continúa con un extracto de “Patagonia” (2003), referido a las danzas que se bailaban en las estancias magallánicas, como ranchera, chamamé, valseado, paso doble y algunas faenas propias de los campesinos patagones, con la creación y arreglos musicales de Germán Concha y Jaime Hernández.

El cierre del espectáculo lo hace “Servidores de la Virgen”, representación que recopila las expresiones del sentir religioso de las personas del norte, manifestadas en cantos y danzas, usando elementos coreográficos musicales que tienen su origen en la Gran Diablada Boliviana, y que en Chile es posible observarla interpretada como homenaje a la Virgen de Las Peñas de Livircar, a Nuestra Señora de La Tirana, a San Lorenzo de Tarapacá y en el Templo Votivo de Maipú.