Una antigua iglesia, incendiada, que hoy es un espacio de memoria, de conexión espiritual y de experiencias musicales en el corazón del Barrio Lastarria. Un edificio en plena Alameda, construido durante el gobierno de Salvador Allende, reutilizado como sede de la dictadura de Augusto Pinochet, y recuperado tras un incendio en 2006 para ser hoy uno de los principales actores culturales de la Región Metropolitana: desde la Iglesia de la Veracruz que aún muestra sus murallas quemadas al moderno Centro Gabriela Mistral, la XXIII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile explorará a través de seis sedes y otras activaciones en Santiago cómo la ciudad es capaz de repensarse y revivir entre espacios siniestrados u olvidados.
Con “Doble Exposición: (Re) programar, (re) adaptar y (re) construir”, el título de la XXIII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile apunta a experimentar la urbe a través de espacios que hoy demuestran con éxito cómo un sitio se puede revitalizar sin necesidad de construir y cimentar desde lo nuevo.
“Con esta edición número 23 de la Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile estamos adentrándonos en un camino de reflexión sobre la resignificación y recuperación de los espacios públicos, un ámbito en el que como Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio hemos hecho muy especial énfasis. La curatoría de esta versión nos ha puesto en este ejercicio de revitalizar y repensar la ciudad desde lo existente, que es justamente donde se aloja nuestra historia, identidad y patrimonio”, dice Jimena Jara, subsecretaria de las Culturas y las Artes.
La propuesta seleccionada ya se puede ver en el centro de Santiago, a lo largo de 6 sedes y otras activaciones hasta el 5 de octubre, y además está planificada su circulación en dos regiones del país durante 2026.
Con 150 actividades gratuitas programadas entre las sedes oficiales, la experiencia de la Bienal contempla desde cine en la Sala de Artes Visuales del GAM y el CEINA, exposiciones, y hasta música en vivo con blues y jazz en la ex iglesia San Borja, que abre exclusivamente sus puertas en el marco de este evento, tras estar cerrada al público desde 2019.
«En la era de la crisis climática y la escasez de recursos, intervenir lo existente es una urgencia ética y profesional: (re)programar sin destruir, (re)adaptar lo existente, (re)construir la obsolescencia. Nuestras ciudades deben regenerarse como un cuerpo vivo limitando el crecimiento en extensión al mínimo indispensable y aprovechando al máximo las pre-existencias. No basta con construir más metros cuadrados: debemos garantizar el derecho a habitar con dignidad. Y eso requiere un pacto social y territorial que trascienda coyunturas políticas y se proyecte como un compromiso ético de Estado», comentó el presidente nacional del Colegio de Arquitectos de Chile, Rodolfo Jiménez.
Ante diferentes factores que hacen necesarias ciertas recuperaciones arquitectónicas en la urbe, para esta XXIII Bienal los co-organizadores buscaron ejemplos de distintos espacios que hoy demuestran cómo reconstruir desde la materia existente.
“En el actual escenario urbano, atravesado por crisis climáticas, desigualdades estructurales y transformaciones sociales, pensar la arquitectura como una práctica exclusivamente orientada a la edificación desde cero resulta cada vez más insostenible. La invitación es a pensar la arquitectura como un campo de montaje entre tiempos, donde el presente no cancela el pasado, sino que lo hace visible en su potencial transformador. La Doble Exposición, no es solo un recurso técnico fotográfico, sino que para esta Bienal es una estrategia política de interrupción. Intervenir estructuras deterioradas no es un gesto nostálgico, sino una forma de anticipar otras maneras de habitar, resistir y proyectar. Frente a la tentación de conservar todo sin criterio, esta Bienal propone intervenir críticamente para reconfigurar lo heredado, y ensayar otras formas de vida”, dice Ángela Carvajal, del equipo curatorial Anagramma Arquitectes.
Durante estos días en que esta Bienal dará nueva vida al eje Alameda-Providencia de Santiago, la instalación de la ciclovía que está realizando el Gobierno de Santiago alrededor de la Estación Baquedano -que considera 8 kilómetros desde Plaza Italia a Avenida Pajaritos- ya habrá finalizado su obra gruesa, generando otro hito en el contexto de esta XXIII Bienal de Arquitectura y Urbanismo. El evento llegará para sumarse a la revitalización cultural de esa zona de Santiago, con actividades que irán desde charlas a exposiciones e intervenciones de espacios, con una programación totalmente abierta al público.
Así, contando también con el apoyo del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, el Ministerio de Obras Públicas, el Ministerio de Bienes Nacionales, el Gobierno de Santiago y otras instituciones, también estarán presentes 21 escuelas de arquitectura a través de diversas actividades de esta XXIII Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile.
Las seis sedes que protagonizarán esta edición consideran la reapertura inédita de la Iglesia de San Francisco de Borja, que acoge la muestra central, encuentros y conversatorios, intervenciones lumínicas de Bonnet Studio y música en vivo, tras el incendio ocurrido en 2019. La experiencia Bienal también se extiende hacia el Parque San Borja, que recibirá el pabellón con conferencias abiertas a la comunidad. La exposición “El Pabellón Fragmentos de Arquitecturas” y la ceremonia de clausura de la Bienal se efectuarán en el Centro Cultural Gabriela Mistral, desde su sala de artes visuales, con muestras de cine y espacios de diálogo público.
La tercera sede es el mismo Colegio de Arquitectos de Chile, que en su auditorio recibe una exhibición y un workshop, además de instancias de charlas. El Centro Cultural CEINA, alberga la muestra del Premio Nacional de Arquitectura, Cristián Castillo Echeverría, conversatorios sobre experiencia en vivienda social, y el estreno de un documental sobre los 60 años del MINVU. Barco Galería acoge la exposición Prueba de Estado de Catalina de la Cruz, y, como sexta sede, la Parroquia de la Veracruz contempla instalaciones temporales y la muestra del Proyecto Chiway Antü, graficando cómo la recuperación de este espacio ayudó a revitalizar el Barrio Lastarria, tras el incendio que ocurrió en el edifico en 2019.
Más información en:
Redes sociales: @bienalarq en Instagram