Domingo Araya entrega detalles de la nueva versión de la obra “El viaje de J̶u̶l̶i̶a̶, Karpakolikipa”, financiada por el Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras Convocatoria Compañías de Trayectoria de las Artes Escénicas 2024, cuyo estreno está programado para el 26 de julio en Cecrea Valdivia.
En 2021, Teatro Periplos conoció la historia de Julia (Carrupale Kipa), una niña del pueblo yagán que, en 1910, escapó de la misión del río Douglas en una canoa y navegó durante dos meses por los mares australes, sobreviviendo acompañada únicamente por un perro.
A partir de este relato, la compañía especializada en el teatro de máscaras y muñecos creó un cortometraje audiovisual titulado Aquí no hay ninguna Julia, a petición del Servicio Nacional del Patrimonio Cultural de la Región de Magallanes y Antártica Chilena (SERPAT), con el fin de explorar la carpintería de ribera indígena. Posteriormente, en 2023, estrenó una coproducción con Fundación Teatro a Mil basada en la misma historia, esta vez en formato teatral, bajo el nombre ¿Quién es Julia? El viaje de Karpakolikipa.
Actualmente, Teatro Periplos se encuentra desarrollando una nueva versión de la obra, con una propuesta más profunda y de carácter itinerante, con grandes diferencias fundamentalmente en su movilidad y factibilidad de ser vista por más personas. El proyecto es parte del plan de gestión financiado por el Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras, Convocatoria 2024 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
¿Qué les motivó a hacer una nueva versión de “¿Quién es Julia?”?
Es una historia muy difícil. Es un tema doloroso y siento que la primera versión tenía algo de eso, se percibía el dolor de Julia tratando de ser domesticada, porque todo es muy cruel, y ahora sentimos que la historia tiene muchas otras aristas que no logramos trabajar en ese momento y que, si bien las percibíamos, sentimos que todavía se puede profundizar muchísimo más. Podemos revisitar la obra y encontrar ahora otra perspectiva de Julia.
¿En qué se diferencia esta versión de la anterior? ¿Qué elementos se han renovado o profundizado?
En la versión anterior había una búsqueda estética y de puesta en escena que tenía que ver con la tecnología. Apostamos por el uso de mapping, mucho requerimiento de iluminación especial y un escenario amplio. Siendo bonitos desafíos que generan ese tipo de obras, terminan siendo vistas por un público reducido por la posibilidad de itinerar con ello. El desafío ahora es hacerlo un poco más artesanal. Ir a un teatro un poco más primitivo, más honesto y juguetón. Creo que la gran diferencia es que la puesta en escena será más móvil y alejada de la parte tecnológica. Julia necesita ir un poco más hacia el otro lado. Parte de su rebeldía también era volver a su origen, por lo que estamos tratando de explorar aquello también.
¿Cuál ha sido el mayor desafío al adaptar nuevamente esta historia?
El cambio de la puesta en escena. Ya no tenemos esos recursos técnicos tecnológicos porque la propuesta es otra. En el fondo es sostener todo en los tres cuerpos, en los muñecos, en el material, en el argumento y en el guion. Por otro lado, la obra como dramaturgia nos está desafiando a no caer en lugares comunes, porque esta es una historia que es de un tipo de colonización distinta a la que se podría entender; se superponen a las creencias que tenían los pueblos originarios. Hay que ver cómo la gente lo percibe.
¿Qué importancia tiene la historia de Julia en el contexto de la identidad y la memoria del Pueblo Yagán?
Es una historia que lo retrata muy bien, porque es una historia de rebeldía, pero una rebeldía diferente. No es una confrontación armada entre un pueblo que se rebela. Julia opta por irse e ir a vivir en plena libertad y como ella quiere. Para el pueblo Yagán, Julia se convirtió con el correr de los tiempos en un baluarte de su cultura, de su conocimiento, de la antigua usanza, del idioma, la última hablante del idioma, que seguía las costumbres. Julia era motivo de consulta permanente en cuanto a las costumbres y fue un ejemplo.
¿Cómo han trabajado la investigación histórica y cultural para representar fielmente su historia?
La investigación viene con una base previa. Somos unos apasionados de los pueblos originarios, especialmente del extremo sur austral chileno y tenemos procesos previos con el Pueblo Selknam. Para dicha investigación hemos recurrido a Martín Gusinde y Lucas Bridges, quienes han dejado registro gráfico de estas culturas, lo que permite generar una idea de cómo era esa forma de vida en esos años. Hemos repasado dicha bibliografía y también otros textos como el de Maggiorino Borgatello, donde habla de los niños que fallecieron en las misiones, y otros textos más contemporáneos que nos han sugerido desde la propia comunidad. Aparte, tenemos el apoyo del Departamento de Patrimonio Cultural Inmaterial del SERPAT de Magallanes, que nos ha puesto en contacto y colaboración con el Museo Territorial Yagán Usi – Martín González Calderón de Puerto Williams, donde hay descendientes yaganes que nos han explicado y clarificado la historia. Hemos recurrido a memoria viva y hemos logrado que parte de la comunidad esté colaborando. Creemos que va a ser un viaje que va a tener mucho apoyo en cuanto a conocimiento.
¿Con qué mundos nos encontramos en esta obra?
Con el mundo concreto y el mundo mágico. Con todo el material estamos descubriendo cómo hacemos lo concreto, lo que nos lleva al mundo mágico de la cultura yagán. Nos encontraremos con un pueblo que convive en armonía con la naturaleza, pero que no esta libre de peligros, nos encontraremos con un mundo que cambia, que avanza hacia la tecnología y los inventos, esa colisión de mundos es la que se encierra en la historia de Julia. El mar, el viento, la naturaleza son el mundo de esta niña, y a este mundo ella quiere volver.
¿Cómo se refleja el paisaje austral en la escenografía, el vestuario y la ambientación sonora?
Hay una tonalidad que la hemos extraído de imágenes australes. Estamos trabajando como equipo creativo y el diseñador Queno Delgado, quien nos propuso hacer una investigación sensorial: estar en el mar con frío y observar, sentir y ver los colores y texturas. Todo el tema de la recolección, el concepto de lo primitivo tiene que estar. Debe percibirse la sobrevivencia; cómo desde el paisaje sobrevives. El paisaje te da todo, te da el bienestar emocional, pero también te da la comida y los peligros. Es un todo, todo lo que implica el vivir.
¿Qué esperan generar en el público con esta nueva versión?
Esperamos que la gente reflexione, entienda que no hay solamente una forma de ver o vivir la vida, que todas las maneras de vivirlas son plenamente respetables y que no hay que imponerse sobre los demás. Esperamos que la gente empiece a comprender que ser un pueblo originario es más que un apellido, es una manera diferente de relacionarse con el mundo. Además, hay una idea más amplia de lo que fue la colonización y las misiones como un tema general, pero este en particular creemos que está bien oculto. Asimismo, deseamos que la gente disfrute de un espectáculo visual sincero, a veces ingenuo, pero que permita despertar en ellos la posibilidad de explorar otros mundos.
Compañía Teatro Periplos forma parte del Programa de Apoyo a Organizaciones Culturales Colaboradoras del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, que busca fortalecer y dar continuidad a instituciones y organizaciones culturales de derecho privado y sin fines de lucro. Este programa además es parte del Sistema de Financiamiento a Organizaciones e Infraestructura Cultural del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio que integra, articula y coordina de forma transversal los planes, programas y fondos orientados al fomento y apoyo de las organizaciones, de la infraestructura cultural, y de la mediación artística. Todo esto con una vocación descentralizada, mecanismos participativos, y la promoción de la creación de redes y asociaciones.