Orquesta de Cámara de Chile

PUBLICADO EL 17 NOVIEMBRE, 2025

Conciertos 05 al 08 de noviembre 2025

Repertorio interpretado en los conciertos de Las Condes, Providencia, Ñuñoa y La Calera.

Director invitado Marc Moncusí (España)
Solista Jorge Pinzón (oboe/Colombia-Chile)

 

Notas de Programa

Joaquín Turina (1882-1949)
Oración del Torero, Op. 34 (versión para orquesta de cuerdas)

Esta breve pieza es una de las obras más conocidas del compositor sevillano. Fue creada originalmente en 1925 para un cuarteto de laúdes, el Cuarteto Aguilar, un conjunto que había fascinado al compositor por la coloratura de sus instrumentos. En 1927 escribe su versión definitiva para orquesta de cuerdas, que escucharemos en este concierto.

La inspiración es profundamente española y llena de dramatismo, Turina concibió la obra al presenciar a un torero rezando en la capilla de la plaza, antes de salir al ruedo. La música, por lo tanto, no es una descripción de la corrida, sino una meditación sobre la tensión, la solemnidad y la fatalidad que preceden al combate.

La obra se desarrolla en un único movimiento que explora diversos estados de ánimo. Comienza con una atmósfera meditativa, con temas de sabor andaluz que sugieren la quietud de la capilla y la introspección del torero. Alterna momentos de profundo recogimiento con pasajes de gran vitalidad rítmica, que evocan los ecos lejanos de la multitud.

El uso de las cuerdas, con sus matices y dinámicas, crea un sonido denso y expresivo, culminando en un clímax que luego se disuelve en el silencio, cerrando el círculo de la plegaria.

Tiene una duración aproximada de 8-9 minutos.

 

Wolfgang A. Mozart (1756-1791)
Concierto para oboe en Do mayor, K. 314 (285d)

  1. Allegro aperto.
  2. Adagio non troppo.
  3. Rondo. Allegretto

Este concierto, escrito en 1777, en plena juventud de Mozart, es una pieza esencial en el repertorio para oboe y un excelente ejemplo del estilo concertante del período clásico. Fue compuesto para Giuseppe Ferlendis, el oboísta de la orquesta de la corte del arzobispo Colloredo en Salzburgo.

Poco después de su creación, Mozart la transcribió a Re mayor para flauta, bajo el nombre de “Concierto para flauta nº 2, K. 314/285d”, por encargo de Ferdinand De Jean. La partitura original para oboe se consideró perdida hasta el siglo XX, cuando fue redescubierta, confirmando su primacía y haciendo de la obra una piedra angular del repertorio para oboe.

La obra sigue la estructura clásica de tres movimientos, poniendo a prueba el virtuosismo del solista. Comienza con un movimiento en forma sonata, donde el tema principal es presentado con elegancia por la orquesta. El oboe solista entra con una línea melódica que requiere agilidad y un control exquisito del timbre. El segundo movimiento es el corazón lírico del concierto, lento, donde el oboe despliega una melodía sencilla, pero de profunda belleza y melancolía, típicamente mozartiana, con un acompañamiento orquestal delicado. Culmina con un final vivaz y alegre. El oboe se luce con brillantes pasajes y temas pegadizos, cerrando la obra con optimismo y gracia.

Tiene una duración aproximada de 20 minutos.

 

Ludwig van Beethoven (1770-1827)

Sinfonía n.º 4 en Si bemol mayor, Op. 60

  1. Adagio – Allegro vivace
  2. Adagio.
  3. Allegro vivace.
  4. Allegro ma non troppo

Compuesta en 1806, la Cuarta sinfonía, se encuentra entre dos gigantes de la historia de la música. A menudo ha sido vista como una «pausa» de Beethoven, pero esta visión minimiza su propio vigor y originalidad. Fue encargada y dedicada al Conde Franz von Oppersdorff, un mecenas que había quedado prendado de su Sinfonía nº 2.

La partitura es un testimonio de la maestría de Beethoven para combinar la claridad clásica con un poder constructivo y rítmico avanzado. Comienza con un movimiento de introducción lenta, misteriosa y cromática. Esta oscuridad se disipa repentinamente con la explosión del Allegro vivace, un torrente de energía. Le sigue un movimiento lento de profunda belleza lírica, en Mi bemol mayor, caracterizado por un tema principal cantábile y el uso innovador del timbal, cuyo suave y rítmico ostinato añade una atmósfera única. El Scherzo de la sinfonía está lleno de ímpetu rítmico, presenta un trío contrastante que se repite. El final es un perpetuum mobile de ligereza y velocidad asombrosas. Beethoven exige un virtuosismo implacable a la orquesta, especialmente a las cuerdas y los fagotes, en un movimiento que culmina la sinfonía con gran brillantez y entusiasmo.

Tiene una duración aproximada de 35 minutos.

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