Participación de Chile en la Bienal de Arte de Venecia
PUBLICADO EL 13 MARZO, 2024 Bienal de Arte de Venecia: la obra sobre identidad cultural y diáspora que llega al pabellón chileno

Umah (2023) / Imagen: Instalación/performance, fotografía de José Figueroa, cortesía de Köttinspektionen y José Figueroa

“Cosmonación”, de Valeria Montti Colque, es el proyecto que se exhibirá en el pabellón chileno de la Bienal que se inaugurará el 20 de abril en Venecia, Italia. Con la curatoría de Andrea Pacheco González, se compone de cinco obras que invitan a reflexionar sobre los conceptos de nación, exilio, migración y diáspora como parte de los debates contemporáneos que abordan las identidades múltiples y desplazadas. Así, el pabellón chileno se conecta con la temática central de la Bienal: stranieri ovunque (extranjeros en todas partes).

Nacida en Estocolmo, Suecia, en 1978, Valeria Montti Colque pertenece a la generación chilena que nació en familias afectadas por el trauma del exilio. Creció en un suburbio en las afueras de Estocolmo que, a mediados de la década de los 90, acogía a una diversa comunidad de desplazados de diferentes continentes. Esta forma de vida y convivencia social ha alimentado su obra desde el inicio de su carrera. En sus acciones, dibujos, murales, esculturas o instalaciones, abundan entidades no identificables en constante tránsito, siempre moviéndose hacia algún lugar.

Valeria Montti Colque es la primera artista chilena no nacida en Chile que participará en su pabellón en la Bienal de Venecia. Ella propone entrar en un espacio “cosmonacional” donde el visitante encontrará «un conjunto de sitios interrelacionados». Estos diversos lugares e identidades están conectados a través de Mamita Montaña, la pieza central del pabellón, una gran escultura textil de naturaleza acumulativa que mide más de cinco metros de altura y que está compuesta por alfombras, collages en diversos medios, acuarelas, dibujos sobre papel, textiles impresos, piezas de cerámica y fotografías impresas en diferentes soportes.

“Aunque nací y crecí en Suecia, también soy chilena, ese es también mi lugar y el de mis hijos. Chile es mi cultura, mi familia, la tierra de mi padre y mi madre, de mis abuelos, de mis ancestros, pero también es el lugar del que mis padres y mi hermana tuvieron que huir y dejarlo todo, de un día para otro. El exilio de tus padres condiciona tu vida y, por supuesto, está presente en mi trabajo.  El arte es un canal a través del cual yo he podido procesar esto, el exilio, la tristeza, la nostalgia. Pero en mi trabajo yo no hablo solo de mí, hablo de muchos, muchas personas se van a sentir identificadas con lo que hago”, dice la artista.

Valeria Montti Colque / Foto Stefan Wrenfelt

“Mamita Montaña” sugiere un refugio simbólico para los exiliados y los postexiliados, los refugiados, habitantes de esta otra «comunidad imaginada» que es la nación fuera de la nación donde vive cada miembro de la diáspora. Orbitando alrededor de esta gran escultura, el pabellón chileno «Cosmonación» presentará otras nuevas obras de Montti Colque, una procesión de figuras de cerámica que representan deidades o seres mitológicos. Además, otras piezas textiles y proyecciones de video sumergirán a los visitantes en paisajes que representan una frontera simbólica donde las culturas se encuentran, se disuelven, se fusionan e hibridan.

“La cabeza de mujer que corona la escultura es el alma floreciente de ‘Mamita Montaña’.  Es una montaña que carga con recuerdos, memorias, presentes y futuras. Ella es el cielo, las nubes, el horizonte y el arco iris.  «Mamita Montaña» es también la ciudad en su encuentro con la naturaleza.  Ella es el cuerpo de varios lugares, donde existimos, donde nos recogemos, donde rezamos, representa todos nuestros hogares. La cosmonación es la nación imaginaria de todos quienes tenemos múltiples hogares y raíces; de quienes cargamos con varias culturas y, al mismo tiempo, somos creadoras de otras nuevas”, explica Montti Colque.

El término cosmonación es del antropólogo Michel S. Laguerre, quien afirma que las comunidades diaspóricas no rompen relaciones con sus lugares de origen, sino que permanecen unidas a sus tierras ancestrales a través de diferentes maneras, materiales y prácticas espirituales. De esta manera, habitan una nación extendida, multilocalizada, una cosmonación que une territorios geográficamente distantes.

“En los territorios fronterizos de la diáspora se establecen lazos, alianzas y se conforman otro tipo de familias. Esas geografías afectivas están hechas de fragmentos, de pedacitos de paisajes, de lenguas, de tradiciones e imaginarios. Como en los collages de Valeria, se superponen capas y capas que dan forma a estas existencias mosaicales”, dice Andrea Pacheco González, la curadora de “Cosmonación”.